miércoles, 19 de mayo de 2010

Al otro lado de la mesa

Hola,

Quizás ya no os acordéis de mí (tampoco lo pretendo, una entre ventitantos...), pero yo sí que me acuerdo de vosotras y de vosotros. Me acuerdo de todos los días que pasé frente al espejo intentando abrocharme bien la bata con vuestra ayuda (aún ahora necesito un espejo para abotonarme camisas, batas...). Las horas que pasé intentando atar las zapatillas de cordones, haciendo manualidades con el punzón, la caligrafía...

Más tarde empecé a leer y cuando le pillé el gusto me teníais que sacar "a rastras" de la clase porque me quedaba a leer. Luego llegaron los mini-cuentos que escribía y me corregíais con tanta paciencia.

Matemáticas, música, historia, naturales... Me enseñasteis a aprender por mí misma, a hacerme esquemas y entender las cosas.

Un día os dije que quería ser maestra como vosotras, me dijisteis que estaba loca. No os hice caso, siempre he sido (y soy) muy cabezota. Ahora me falta un mes para estar al otro lado de la mesa, sigo igual de loca y con las mismas ganas de enseñar que en un principio.

Empecé en las horas del patio (siempre me costaba salir a jugar) enseñando ajedrez a los compañeros y esa sensación de explicar algo y ver que el otro lo entiende me entusiasmó entonces y lo sigue haciendo ahora.

Han pasado unos cuántos años des de entonces y no se porque, pero el otro día me planté en la puerta de mi colegio (un poco nerviosa, porque negarlo), donde pasé nueve años inolvidables, y entré. Todo era distinto, la secretaria, el edificio... pero no los profesores, yo os reconocí y creía que iba a tener que dar largas explicaciones de quien era, pero con el nombre y el año de promoción bastó.

Hacía ocho años que no pisaba el colegio, y cada año pasan veinte (o más) niños por los ojos de un profesor. Bien mirado, yo tampoco os he olvidado, pero es muy distinto.

Me dijisteis que seguía igual, aunque fuera más grande, tenía la misma mirada, los mismos gestos de cuando era pequeña. La pregunta era casi obligada: Qué estudias?, la respuesta bastante obvia: Magisterio. No sé porque, por un momento creí que os sorprendería pero no os sorprendió, me sonreistéis y asentistéis con la cabeza.

Vosotros también seguíais igual, los gestos, el tono de voz, la paciencia con lo que siempre lo explicabais todo... Habéis sido mi modelo a seguir de persona, pero espero que no os disguste saber que no lo seréis de profesor. Es inevitable enseñar como tu aprendías, pero a mi me enseñasteis a mejorar en lo que pudiese. Por eso no seréis mi modelo a imitar, sino una referencia, un punto de apoyo a partir del cual mejorar.

A mis profes con cariño

Irene

2 comentarios:

  1. Hace poco me hacia preguntas entorno a lo que entendemos por vocación...y leyendo tu post envidio enormemente esa seguridad desde tan temprano de saber a donde quieres ir, suerte¡

    ResponderEliminar
  2. Yo también visité mi colegio, pero 20 años después de pisarlo por última vez y cuando faltaba muy poco para que lo demolieran. Imagínate cuántas emociones juntas!

    Mi enhorabuena por estar tan a punto de cumplir ese sueño que has explicado tan bien aquí.

    ResponderEliminar