jueves, 26 de agosto de 2010

Objetos fugaces

Hay ciertos objetos que tienden a fugarse, los estas usando los dejas en un sitio te vas y se fugan.

Algunos ejemplos son:

- El mando de la televisión: tiende a darse a la fuga mientras miras un programa de televisión, aprovechando la distracción. Te das cuenta demasiado tarde: justo cuando ponen anuncios y el volumen sube 5 puntos (este es otro misterio, porque suben el volumen en los anuncios?). En ese instante intentas bajar el volumen pero el mando se ha dado a la fuga. La captura suele tener lugar 30 minutos después en algún lugar insólito, véase cocina, baño o dormitorios.

- El móvil o teléfono inalámbrico: tiende a fugarse justo después de uso y no nos percatamos de su fuga cuando lo necesitamos (igual que el mando) o cuando empieza a sonar. En este último caso, la fuga se prolonga hasta que la persona que llama cuelga, justo cuando cuelga encontramos el teléfono ayudados por el timbre claro está. Si no llama nadie, lo normal es que llamemos al número en cuestión para provocar la situación anterior.

- Las llaves de casa: tienden a desaparecer antes de su uso, cuando las necesitamos para abrir la puerta y salir de casa. Si la puerta está cerrada con llave se tarda mucho más en encontrarlas ya que su uso es indispensable (y ya se sabe que mientras más necesitas un objeto más tardas en encontrarlo), sinó está cerrada con llave aparecen mucho antes. También pueden fugarse antes de entrar en casa, mientras las buscas en el bolso las llaves se fugan y se introducen dentro casa dejándote a ti fuera, lo más probable es que en este caso no haya nadie (ya sea porque vives solo o porque han sallido) y tengas que esperar hasta que llegue alguien: familiar, cerrajero o el vecino que tiene copia de tus llaves, que sin duda alguna estará fuera también.

- El billete de tren: cuando se fuga es cuando tienes prisa y vas tarde,se escapa immediatamente antes de su uso, es decir cuando estas en la cola de las máquinas esperando entrar al tren o cuando vas a picar el billete, en ese instante te das cuente de que tu billete se ha fugado de tu mochila y no te queda otro remedio que dar media vuelta e irlo a buscar a casa (eso o colarte en el tren).

Todos los objetos por pequeños o grandes que sean se fugan y la mayoría lo hacen cuando se les necesita. Las fugas no se pueden remediar pero si solucionarlas de forma rápida y eficaz: llamando a una madre (preferentemente la vuestra).

Si habéis estado buscando un objeto durante media hora, llamad a vuestra madre y preguntadle por él. Seguramente os dirá que está en un lugar en el que habéis mirado medio centenar de veces y le diréis que allí no está. Pero ella irá y el objeto aparecerá, porque? No lo sé, pero funciona. Haced la prueba y contádmelo.


lunes, 23 de agosto de 2010

La caja

He aquí el relato de un día normal de una familia normal, narrada por uno de sus miembros:

Mi hermana duerme y mis padres están trabajando. Normalmente soy yo la que despierta a mi hermana aunque hay días que es ella la que me despierta a mí. Desayunamos, miramos la televisión y pensamos que hay que hacer en casa. [Eso si no tenemos que ir a la escuela, si tenemos que ir suenan los despertadores, nos vestimos, desayunamos y salimos. Vamos a comer a casa y luego volvemos por la tarde, hacemos los deberes, cenamos y dormimos]

Nos vestimos y nos ponemos en marcha se apaga la tele y a veces nos ponemos la radio mientras limpiamos y hacemos las tareas. Cuando acabamos descansamos en el sofá y, cómo no, vemos algo de televisión y charlamos un rato.

A la hora de comer no apagamos la tele, aunque si sólo estamos nosotras charlamos y nos contamos nuestra vida. En este caso la tele es lo de menos.

Después de comer, llega mi padre y come con la tele puesta. Come solo y si nos quedamos en medio lo más normal es un: “quita que no veo”, si le intentamos comentar algo pueden pasar dos cosas: que no nos mire y que siga mirando la tele o que suba el volumen. Es decir en este caso se antepone la tele a lo que le tengamos que contar o explicar, luego se dan casos de desinformación y es que no es lo mismo oír que escuchar…pero eso ya lo expliqué

Por la tarde cada uno va por su lado, mi hermana y yo hacemos planes y salimos juntas o por separado y mi padre se queda en casa viendo la tele o con el ordenador.

Por la tarde antes de cenar, cuando volvemos mi hermana y yo preparamos la mesa para cenar y muchas veces preparamos la cena. A la noche llega mi madre, cenamos y nos intentamos explicar el día. Digo intentamos porque está la televisión de fondo y ya ha quedado patente que a veces se antepone la tele a las personas. Esto a veces lleva a discusiones que intento evitar callándome y retirándome lo antes posible de la mesa, ya que lo que tendría que ser una cena familiar: una situación agradable de personas que explican, que escuchan y que son escuchadas acaba siendo una situación tensa e incómoda.

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¿No os ha pasado alguna vez, intentar hablar y no oír vuestra voz? ¿No habéis querido decir algo importante pero nunca encontráis el momento y pensáis: cuando estemos todos lo explicaré, y entonces no se os escucha?

He llegado a una conclusión, no es muy complicada y es un poco extraña viniendo de mí, ya que miro bastante la televisión, pero creo que si retirásemos los televisores y las pantallas en general, que absorben y aíslan a las personas, nos daríamos cuenta que para hablar no se necesita estar delante de una pantalla, tampoco necesitamos una pantalla para saber lo que pasa a nuestro alrededor y menos para pasar un buen rato.

Estoy harta de ver como los adolescentes se aíslan en mundos digitales, de ver como algunas familias parecen auténticos desconocidos, de ver como algunas personas viven en mundos digitales de los que se creen reyes, de ver como los juegos traspasan los límites del juego y pasan a ser una forma de vida.

Ya sé que es irónico que haga estas conclusiones y que las cuelgue en un blog, un lugar en la red, un lugar al que sólo se puede acceder por una pantalla. Pero en la vida no hay nada blanco o negro, la mayoría son matices de gris. Como ya he dicho las pantallas absorben a la gente, sino mirad a vuestro alrededor y contad cuántas horas dedicáis en cualquier pantalla y comparadlas con las que pasáis con vuestros amigos o familiares, charlando o pasándolo bien (sin ninguna pantalla por medio).

Retirar la tecnología sería un atraso (hay que reconocer que son un gran medio de comunicación y una gran fuente de información), y hay que avanzar. Pues para mí, el avance está en enseñar a la gente a usar esa tecnología, y no desde un punto de vista de funcionamiento, para eso ya está el manual de instrucciones, lo que hay que enseñar es precisamente lo que no está en el manual: la solución consiste en concienciar a la gente y hacerles entender que el ser humano necesita de otros iguales para buscar apoyo, para relacionarse, para reír, para llorar, para vivir. Y quizás cuando suficiente gente lo haya entendido no hará falta retirar las pantallas porque su uso será el mínimo indispensable.

Acabo con una frase que leí hace tiempo en un grafiti (y que he reencontrado en imagen gracias a San Google):

“Apaga la tele,vive tu vida”



miércoles, 18 de agosto de 2010

El verano

Después de un tiempo descolgada he vuelto. Quería ponerme al día y leer todo lo que no he leído estos días pero aun estoy algo afectada por el verano (y eso que ya se acaba).

No os confundáis, no es que me haya ido ni que haya estado todo el verano trabajando (sólo estuve un mes...). Lo que me pasa es que el verano me afecta de una forma un tanto extraña... ya comenté aquella sensación de estar perdida en una ocasión, pues en verano esta sensación se multiplica por diez.

Y entre la pereza y mi nuevo hobby... pues no he mirado ni el correro.

Os cuento: en el mes que estuve de conserje, estava en casa de mi abuela (en el mismo bloque) y me enseñó a hacer ganchillo. Consecuencia: me paso el día haciendo muñecos de ganchillo o amigurumis... (Si a alguien le interesa que me lo diga, tengo unos cuantos links con tutoriales y patrones).

El verano ya se acaba y espero que se acaben sus efectos secundarios