jueves, 27 de mayo de 2010

Ya estan aquí...

Ahora que llega el buen tiempo, acompañado con una enorme P de Pereza.

Ahora que solo se quiere ir a la playa, piscina, campo... Vamos que tienes ganas de todo menos de estar en casa y estudiar.

Ahora, justo ahora, llega lo peor de un curso: los exámenes.

Sí, se acercan todos los días D, con todas sus horas H en las que te juegas el curso y puede que algo más: un viaje de fin de curso, el título de la carrera, la entrada en la universidad... Todos los exámenes concentrados en no más de una semana (al menos pasa rápido), justo en la época en la que menos ganas tienes de estudiar...

Os dejo con uno de mis recortes, este es de la GU de hace un par de años:

ETAPAS ANTES DE UN EXÁMEN

1. El día anterior al exámen. El tiempo transcurre 200 veces más rápido de lo habitual: se cae un lápiz al suelo y, cuando por fin lo coges, han pasado diez minutos. Una breve merienda nos saca de golpe 45 minutos...
Delegación de responsabilidades: Se resume en una frase: ¿QUIÉN ME MANDÓ A MÍ ESTUDIAR ESTA CARRERA? (este síntoma se manifiesta repetidas veces a lo largo de todo el proceso)

2. La noche anterior al exámen: A partir de aquí ese fenómeno tan agradable como es el sueño se convierte en nuestro peor enemigo, torturándonos e impidiendo el estudio de última hora. Se intenta combatir con café, agua helada sobre la cabeza, azotes, etc.

3. Examen de conciencia y arrepentimiento: Uno comienza a recordar aquellas nnoches que pasó perdiendo el tiempo, viendo la tele, divagando en el bar...

4. Evasión de la realidad: Uno sueña con estar a 1000km de distancia, si es posible en otra época, y si es en otro planeta, mejor.

5. Abandono: Nuestro verdugo, el sueño, se vuelve casi invencible en esta etapa. Nuestro aspecto lastimoso y el sueño generan efectos alucinógenos de lo más confuso.

6. Principio de amnesia: De golpe uno quiere hacer un fugaz repaso de última hora y ve: títulos, palabras, definiciones...que juraría no haber visto nunca.


PS: Nos vemos cuando pase la semana S...

miércoles, 19 de mayo de 2010

Al otro lado de la mesa

Hola,

Quizás ya no os acordéis de mí (tampoco lo pretendo, una entre ventitantos...), pero yo sí que me acuerdo de vosotras y de vosotros. Me acuerdo de todos los días que pasé frente al espejo intentando abrocharme bien la bata con vuestra ayuda (aún ahora necesito un espejo para abotonarme camisas, batas...). Las horas que pasé intentando atar las zapatillas de cordones, haciendo manualidades con el punzón, la caligrafía...

Más tarde empecé a leer y cuando le pillé el gusto me teníais que sacar "a rastras" de la clase porque me quedaba a leer. Luego llegaron los mini-cuentos que escribía y me corregíais con tanta paciencia.

Matemáticas, música, historia, naturales... Me enseñasteis a aprender por mí misma, a hacerme esquemas y entender las cosas.

Un día os dije que quería ser maestra como vosotras, me dijisteis que estaba loca. No os hice caso, siempre he sido (y soy) muy cabezota. Ahora me falta un mes para estar al otro lado de la mesa, sigo igual de loca y con las mismas ganas de enseñar que en un principio.

Empecé en las horas del patio (siempre me costaba salir a jugar) enseñando ajedrez a los compañeros y esa sensación de explicar algo y ver que el otro lo entiende me entusiasmó entonces y lo sigue haciendo ahora.

Han pasado unos cuántos años des de entonces y no se porque, pero el otro día me planté en la puerta de mi colegio (un poco nerviosa, porque negarlo), donde pasé nueve años inolvidables, y entré. Todo era distinto, la secretaria, el edificio... pero no los profesores, yo os reconocí y creía que iba a tener que dar largas explicaciones de quien era, pero con el nombre y el año de promoción bastó.

Hacía ocho años que no pisaba el colegio, y cada año pasan veinte (o más) niños por los ojos de un profesor. Bien mirado, yo tampoco os he olvidado, pero es muy distinto.

Me dijisteis que seguía igual, aunque fuera más grande, tenía la misma mirada, los mismos gestos de cuando era pequeña. La pregunta era casi obligada: Qué estudias?, la respuesta bastante obvia: Magisterio. No sé porque, por un momento creí que os sorprendería pero no os sorprendió, me sonreistéis y asentistéis con la cabeza.

Vosotros también seguíais igual, los gestos, el tono de voz, la paciencia con lo que siempre lo explicabais todo... Habéis sido mi modelo a seguir de persona, pero espero que no os disguste saber que no lo seréis de profesor. Es inevitable enseñar como tu aprendías, pero a mi me enseñasteis a mejorar en lo que pudiese. Por eso no seréis mi modelo a imitar, sino una referencia, un punto de apoyo a partir del cual mejorar.

A mis profes con cariño

Irene

domingo, 9 de mayo de 2010

90 minutos

Ayer durante 90 minutos una parte de la población se olvidó de sus problemas.

Aunque algunos también se olvidaron de que somos seres civilizados y pasaron a ser seres irracionales...

Hablo de aquellos seres que cuando ven un partido de fútbol pierden el norte (y la voz) y que cuando gana su equipo salen con el coche a dar bocinazos por la calle. Realmente es necesario?

Me parece bien que lo celebren, pero no podrían hacerlo sin montar un espectáculo en plena calle, despertando al vecindario.

Luego estan, los que van a ver el partido con sus amigos, camisetas de su equipo y un balón y que al acabar el partido intentar reproducirlo ellos. No sé que pensar de estos seres, a veces me dan pena... y pienso: chaval si fueras tan bueno como te crees, te habrían fichado.

A mí no me gusta mucho el fútbol (solo lo veo cuando se juega algo importante o en contadas ocasiones), y viendo estos individuos me dan ganas de reafirmarme en algo que ya dije. Creo que tengo algo de Asocial

jueves, 6 de mayo de 2010

Polvo, pelusas y demás

No sé si es porque últimamente paso más tiempo en casa, y estoy empezando a hacerme más cargo de ella...

Pero cosas que antes no veía (o veía e ignoraba) como pelusas, polvo, los goterones y manchas del suelo... se estan haciendo visibles y estoy empezando a recoger de forma compulsiva los cacharros de la cocina, a colocar objectos diversos en sus respectivos sitios y a limpiar de forma general, todo lo que veo sucio.

A veces me asusto a mí misma cuando me oigo decir frases como: recoge tu cuarto que parece una leonera! O: Es que nadie mueve un dedo... O volviendo a hacer cosas que ya estan hechas pero no estan bien hechas, como fregar los platos después de que alguien los haya fregado, rehacer las camas, volver a pasar el plumero...

Luego pienso: estoy empezando a parecerme a mi madre...

Es muy grave?

A mi a ratos me preocupa.

miércoles, 5 de mayo de 2010

El dichoso vaso


Como está, medio lleno o medio vacío?

Por norma la gente que es más optimista lo ve medio lleno y la más negativa lo ve medio vacío. El tema es: cual es la mejor manera de verlo?

La respuesta automática es: hay que verlo medio lleno porque hay que intentar ver siempre el lado positivo de la vida, porque si ves el lado positivo es más fácil que encuentres la solución al problema ya que no lo ves tan complicado...

Pero, hay que ver siempre el lado positivo?

Hay cosas que no tienen lado positivo, y si lo tienen no compensa la parte negativa. Si vemos las cosas siempre de forma positiva nos arriesgamos a "ponernos las gafas de color de rosa" y no ser conscientes de los problemas que nos rodean, porque como todo tiene un lado positivo...

Esto tampoco quiere decir que veamos siempre lo negativo de los hechos, porque básicamente acabaríamos desesperándonos por cualquier cosa, y los problemas (por pequeños que fueran) nos parecerían obstáculos insuperables.

Hay que mantener un equilibrio entre lo positivo y lo negativo, es decir debemos ser realistas y afrontar las situaciones de forma global, sabiendo la parte negativa sin olvidar la positiva y al revés.

No hay que ser optimista ni negativo, simplemente realista. Ver las cosas tal como son, es complicado sí, porque siempre tenemos tendencias, hacia un lado u otro. Lo que no podemos hacer es olvidar una parte sea cual sea, porque sino no podremos hacer frente al problema en condiciones.

Volviendo al dichoso vaso: Para mí el vaso está a la mitad. Ni más ni menos.

Hay agua sí pero falta agua también.